martes, 24 de marzo de 2020

Ganadores VI Concurso de Cuento Corto U.N. en la Web



VI Concurso de Cuento Corto U.N. en la Web

Puesto y categoría
Cuento
Autor
Primer puesto:
temática libre
Sandra Milena Agudelo Vargas.

Estamento: administrativo
Sede Medellín
Segundo puesto:
temática libre
Mauricio Alejandro Montezuma

Estamento: estudiante Pregrado Sede Manizales
Tercer puesto:
temática libre
Néstor Eduardo Flórez

Estamento: estudiante Posgrado Sede Medellín 
Cuento Gráfico
Carolina Piedrahita

Estamento: egresada
Sede Medellín
Ganador cuento: categoría Idiomas
Mauricio Vélez Espinosa

Estamento: estudiante de pregrado  Sede Medellín
Ganador Cuento más comentado en redes
Jaider Esteban Salazar Cardona

Estamento: egresado
Sede Medellín

viernes, 23 de marzo de 2018

Jumping in the Swamp

Por Santiago Casas Casas
Temática Otro Idioma


"life is precious" always reminded me my grandmother, no matter what, she always manifested a calm face, just occasionally you could perceive a slightly gesture able to reflect a worry, something hidden she never dared to reveal to nobody, a reason I always wondered why but never had the  courage to ask for.  As days went by, in every stage of my life since being a kid to my current 35 years I never hesitated about looking for her in order to get inspiration, to feel comfortable, to breathe some clarity. Back in the days, all the times I could come to her house, I always found her with that amazing apron pastel coloured, cooking something special. She always said what she was cooking was only for me, that she felt I was needing another of her creations to make me feel better or enhance the excitement I already could had. Anyway, regardless the case, her astounding meals added up the magic to boost my life, but with the pass of several decades, she started to look tired, her eyes glistened every time a bit less and she lost the forces to go on with her favourite hobby: cooking. Nevertheless, even throughout her wrinkles and her white hair, the happiness seemed to remind intact.

Sometimes, I was ashamed about letting her to put up with my problems but she never minded, actually always she had a good story to pull me apart from bad feelings, but never gave me a direct advice, which was interesting because I always deducted them from these stories, I suppose the morals were so clear that she led them up to me to find them out and maybe apply something useful. She always looked after me but now it was me who had the responsibility of never let her feel not even by a second she was alone. Whether if it was rainy, cloudy, stormy, sunny, I didn't give a damn, cause it was way more important to be along her side, beholding her while going back and forth in her rocking chair, always with a landscape woven under his trembling hands, her new avocation: to weave utopian places while expecting the time to run out at all. She told me once she never aimed to have kids but despite of that, to have given the gift of life was the best thing she could have ever done, because nowadays the harvest was bloomed in front of her eyes: a successful grandchild full of love to give away with a great conscience about the meaning of being over this world.  Although she repeated it to me many times, I couldn't help but asking myself what she was intending to mean but I just smiled in each occasion though.

It was curious because I never went to university, I Never had a great amount of money neither went after it, I never had any children and it was always a fact for her that I liked other men but none of those things represented any barrier to her love and yet somehow she always trusted me blindly. Apparently, it was my own complexes and fears whose were heading me across confusion. Even when I made real mistakes, when I thought it might have been better to pass away, she held me and whispered softly: “it doesn't worth it my dear, death is going to come towards you sooner than later and it is better to think cool headed. At last you will end up desiring more time, the time you already have but maybe you aren't noticing". Those words, that sensation of human heat made me want to embrace life again like if it was her.

Lately, I have been repeating to my deep down that everything is going to be ok. I try my best to get rid of tears which start gushing up in my last visits and I hang onto my best countenance to run into her. I'm terrified, the idea of being without her in this world takes my breath away, but life goes on and there's nothing we can do. The other day I discovered in her small jewellery box a note, maybe she was planning to give me a last sort of guidance but forgot about bring it up, although since a while to now she stare at me as expecting something, and sometimes she even makes a grimace, but this time instead of a lost look sunk in a serious visage it seemed like a signal of security and satisfaction, like confirming throughout me what she was waiting for; perhaps it has something to do with that note :"being alive is about jumping joyful in the swamp".

¡Ayuda!

Por Kevin García Castro
Temática libre


Se me acabó el vino. La sobriedad prolongada me enloquecerá más rápido de lo que pensaba. El maldito teléfono de mesa no ha parado de sonar. Ya he oído golpes en la puerta y la voz de alguien gritando mi nombre. No creo que sean ilusiones; después de tantos días de encierro lo más probable es que me hayan estado buscando. No sé si escribo esto por simple voluntad, pero prefiero hacerlo para darme cuenta de que aún no he perdido la cordura.

Hace poco encontré un libro de hojas gastadas en mi biblioteca personal, un poco roídas por el comején que probablemente está carcomiendo el resto de los libros. Cuando comencé a ojear sus páginas me di cuenta que estaba escrito a mano y con tinta negra, que era de una caligrafía bastante buena, pero que no tenía título ni autor; se parecía más a un viejo diario personal. Mi martirio comenzó al leerlo. Noté que relataba en tercera persona y con asombroso detalle cada uno de los episodios de mi vida: mi niñez, mi adolescencia, mi familia, mis amigos, hasta mis recuerdos más reservados..., ¡todo! ¡Mi vida entera aparece retratada en el bendito texto! No sé quién demonios lo escribió. No recuerdo haber escrito algo parecido jamás, mucho menos relatar mi vida. Pienso que es imposible que alguien pueda conocerme tan bien, tanto como para escribir con severa coherencia mi pasado y revolcar todos mis recuerdos, además, a nadie le he contado semejantes cosas. Parece un maldito sueño. Lo peor de todo es que no he terminado de leerlo: me falta una página. Sé que es la última porque leo la palabra “fin”, centrada y en mayúscula, al terminar la hoja. Siento como si el escritor hubiera descansado después de una insaciable labor, como si comprimiera todo su vocabulario y sus fuerzas para culminar ese texto con un golpe de gracia, tan certero y fulminante como esa simple palabra de tres letras. Pero no me atrevo a seguir leyendo, porque el párrafo en el que voy predice exactamente estos días de paranoia y desesperación que estoy viviendo. Temo a que esa última página relate el final de mi cordura, o la sentencia de mi vida. Pero tengo que terminar con esto, cuando decida leer la última página y resuelva esta inquietud que me carcome como esos insectos lo han hecho con mis libros.

Si está leyendo o escuchando esto, dese cuenta de que tal vez hayan sido mis últimas palabras y ya nadie pueda hacer algo por mí, quizá sea lo mismo que el autor de ese texto quería que yo escribiera. En ese caso, usted ya también hace parte del final de mi historia.

Natura

Por Stiven Espinosa Zapata
Temática libre


Después de recorrer un mundo de travesías y un sinfín de sucesos, el osado aventurero con el brillo en los ojos regresó cabizbajo. En su partida no supe lo que buscaba fuera mis dominios, pero en su retorno le fue más fácil encontrarme. Le pregunté sobre lo que estaba buscando.

—Busco el apoyo del poder de los dioses —. Su mirada estaba desecha por el cansancio y la decepción.

—Soy un dios por la vastedad que puedo controlar —le dije luego de escuchar las razones por las que emprendió su trágica senda.

—No te vi siendo dueño de la grandeza de este mundo, parece que hay otros más grandes que tú.

—Sólo hay uno más grande que yo y que todos, y es este mundo—. Al final no supe si lo comprendió, pero el mensaje le fue dado. Creer que este mundo es de un dios tempestuoso, o que la tempestad es debido al dios, es creer que los planos abnegados por el río son poder de los hombres.

Soy dios porque regulo donde viven los hombres. Pero diosa es la naturaleza, incontenible en su totalidad, que necesita de varios dioses que estén prestos a cuidar de sus pequeñas creaciones. La tempestad en el cielo y en el mar, los desastrosos vientos y luego ver la montañas explotar, no es muestra de nuestro poder, sino de nuestra debilidad, soy dios en lo que puedo controlar.

Arcada de Farsalia

Por Jorge Moncayo
Temática libre


Y en la costa de Alejandría, descendiendo de una modesta barca, estaba el Magno, y aquella arcada de Farsalia se enjugó el sudor del rostro. Con el Triple Triunfador no estaban ni Bruto, ni Catón ni Metelo Escipión; tampoco estaba ataviado con los ropajes de los reyes etruscos ni con el bastón de marfil. Se encontraba en cambio acompañado de dos leales libertos, con la mirada fija en la nutrida corte del faraón Ptolomeo XIII. El Magno estaba hastiado: llevaba más de dos meses huyendo de la ira de Marte. El Magno estaba asqueado: quería injuriar al mismísimo Agamenón. Se imaginaba a sí mismo empuñando el orbe, recibiendo las caricias y los agasajos senatoriales y ascendiendo por cuarta vez las escalinatas del templo de Júpiter Óptimo Máximo. Recibió el esperado llamado. El eunuco Potino lo invitaba a unirse a la corte del faraón. Recordó afligido sus victorias contra Mitrídates y Tigranes, y lamentaba con rencor que la Fortuna lo hubiese dejado a su suerte. La República había perecido, escuchó los sollozos de Lucio Junio Bruto y maldijo al hijo de Afrodita. Esa mano, usada ayer como máquina para tejer la gloria y para construir la historia, estrechó las manos de Potino y Aquilas. Ya no había imperium, ya no había dignidad sacerdotal, solo quedaba aquella masa con el sobrenombre de Magno. El acero atravesó su cuerpo, ya no había duda, esperaba estoicamente entrevistarse con Plutón. Su cabeza cayó al fragor de la forja de Vulcano y su cuerpo se desplomó en suelo ptolemaico. ¡Oh! Pompeyo Magno, Triple Triunfador, moledor de piratas, que alguna vez abrazaste el orbe pero ahora el orbe te pudre a ti.

Una Gota de Amor

Por Juan Esteban Osorio González
Temática libre


Todo comenzó con aquel frío de la mañana, que permitió a una gota del cielo caer, donde menos esperaba, su ruta empezó a recorrer, que superficie tan suave, que agradable fragancia y ese hermoso color, la gota de aquel día había caído en una flor.

En el cielo se fabricaba un amanecer, en el corazón de esa gota un sentimiento, se iba fundiendo el sol en el viento, y el amor en su ser; aquella rosa era indiferente, para la gota no tenía más que una amistad, pues ya alguien más estaba en su pensar. Quien ama nunca pierde, decía la gota, me siento afortunada por ser rocío de la mañana, no quiero ser simplemente una gota que cae a tus pétalos y luego a la tierra, sino aquella que se queda prendida a ti y se funde por tu propio calor.

Así lo hizo, y fueron pasando los días, aquella gota se fundía y volvía ser nube con la única intención de volver a ella, en aquellos días se fortaleció la amistad, pero aquella gota quería un poco más, quería besarla, como besaban sus amigas nubes la cima de la montaña, más ellas le decían para que te engañas, si no puedes ser flor. Volvió a ser nube mientras el sol se ocultaba, que a su amada acentuaba la silueta, aún casi sin verla para ella su belleza era completa, le dijo, la oscuridad no impide que seas rosa, no necesito verte para saber que eres hermosa.

Pasaron unos días cálidos, y fueron cayendo las hojas, como cayeron las esperanzas de aquella gota, fue resignando sus labios a no pronunciar su nombre de nuevo, se estaba acostumbrando a verla feliz con otros, y aunque su amor no era posesivo, debía condenarla al olvido porque antes de poder amarla, tenía que amarse ella también. Pensó en olvidarla y pensó que era fácil, más al ver a su amada así tan frágil, seca y agotada por el calor, tomó su última decisión, poco tiempo de brillo le quedaba a la tarde, poco tiempo tenía junto a su doncella, cayó decidida a refrescarla siendo una con ella, mientras se consumía le dijo, solo hazte paisaje, para contemplarte por última vez.

Andante Cantabile en Sí Menor

Por Valentina Rodriguez Fernandez
Temática libre

Qué concierto tan aburrido. Mi mamá me regaña porque me estoy durmiendo, pero yo no tengo la culpa de que esta vaina esté tan maluca. Me regaña porque me pego del celular, pero yo solo quiero irme de aquí, y eso sería un regaño peor. Menos mal traje mi pluma, porque "todo caballero debe llevar siempre una pluma", eso dice mi papá. Él la usa para firmar cheques. Yo empiezo a escribir, escribo esto que me sale sin pensar, pero como me aburro tan fácil, me da locha hasta escribir y mejor me pongo a dibujar... Pues, lo que estoy viendo, y como estamos en segunda fila, lo único que tengo en frente es la orquesta, pues tocó. Estoy buscando, entonces, a alguien que sea por lo menos un poquito interesante para dibujar. A ver... Qué director tan feo, todo calvo y flaco, parece salido de una película de Tim Burton, de esas que hizo en stop-motion... Ese trompetista es gordo y también calvo y qué pereza. Como que todos los mayores de cincuenta años se quedan calvos. Yo no quiero que eso me pase, qué pereza, a las mujeres no les gustan los calvos. A ver... Busquemos mujeres pues, debe haber por lo menos una bonita. ¡Uy! ¡Esa si está muy linda! Esa muchacha del chelo es hermosa, a esa voy a dibujar. Saco la pluma del bolsillo de la chaqueta. A ver, esa muchacha es bonita, pelicafé, como chocolate. Demás que a eso huele, qué rico, me encanta. Me encantan las peladas que huelen rico, a flores, a  frutas, pero mejor si huelen a chocolate. ¿Será que también sabe a chocolate? El chelo es café y también parece hecho de chocolate. Su piel es un poco morena, como esos chocolates que mezclan con leche. Incluso el vestido es beige, que se ve como chocolate blanco, que no me gusta, pero que me comería si fuera ella. Bueno, me pongo a dibujar ahora sí. Aquí va el cabello, el vestido, su piel, las luces y sombras. Eso, luz. Dibujemos un reflector sobre ella, con luz cálida, caliente, que la haga sudar, eso me gusta. Mi mamá me dice que la muchacha del chelo es muy bonita, que la acaban de señalar a ella sola con un reflector amarillo, que ella es la protagonista, que qué calor debe tener porque está sudando mucho, que debe ser por la luz. Yo miro y eso está pasando, como en mi dibujo, yo no me lo creo. Paro de dibujar y solo la miro, a esa mujer hermosa que debe oler y saber a chocolate. ¡Esperen! ¡Algo está pasando! Esa muchacha se está como derritiendo, pero en serio, como el chocolate. Mientras avanza su solo se va cayendo al suelo de la tarima de madera y chorrea hasta llegar a mis pies. Esto me tiene impactado, pero como soy tan curioso, me unto los dedos de ese líquido extraño. La verdad es que esa chica si sabe a chocolate.